Esos pequeños animalillos babosos que pueblan los campos y arbustos, que nadie sabe muy bien donde se meten hasta que caen cuatro gotas de agua y entonces afloran en todas partes...
En algunos sitios son muy apreciados como manjar culinario: caracoles con jamón, caracoles con tomate, incluso paella con caracoles...
Tras recogerlos hay que dejarlos un tiempo sin comer para que se purguen... y luego, tras ser cocinados, hay que ayudarse de un buen pincho o alfiler para sacarlos de su caparazón.
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