En la gastronomía mediterránea hay pocas cosas comparables a una buena paella (de las de verdad... de pollo y conejo)... realizada como mucho mimo, en fuego de leña y con un buen ramito de romero... que le de ese olor tan característico.
Y si además la tomas en domingo, tras una alegre caminata campestre y acompañado de buenas amistades... la cosa no tiene precio.
Esa señora que, tras dedicar toda su vida a cocinar, se resiste a jubilarse... ese cariño que aplica en cada una de sus paellas... esos olores que emanan de su cocina... Lo dicho, no hay nada comparable con el sabor de lo tradicional.