
"La tranquilidad de la montaña es imperturbable... hasta que llega un pesado a sacarme una foto... y yo con estos pelos."
Eso es lo que debió de pensar cualquiera de las vacas de este rebaño al que inoportuné a la hora de la siesta, algunas semanas atrás, en una excursión montañera por la cara francesa de los Pirineos.
La verdad es que con estas vistas y lo despejado que estaba el día, yo también me hubiese tendido plácidamente sobre la hierba a rumiar tras la comida.
La jornada fue muy fructífera... senderística y fotográficamente hablando. Y, por supuesto, no pude reprimir mi afán por retratar animales, y más aún vacas... "deformación profesional".