Un día de playa

playa al atardecer

Los mejores días para ir a la playa son aquellos en los que hace frío y las nubes amenazan con lluvía. Entonces puedes estar solo... tienes toda la arena para tí... y el mar y el horizonte y el rugido de las olas al romper contra el fondo.

Te descalzas, te remangas los pantalones, caminas por la orilla, te mojas los pies... te relajas.

En los días de buen tiempo y calor únicamnete tienes ojos para no pisar a nadie cuando caminas, para que el de al lado no te llene de arena cuando sacude la toalla, para no escuchar las conversaciones de la gente que te rodea, para soportar la radio a todo volumen de algún niñato de fiesta, para no comer un bocadillo con indeseables tropezones,... para tratar de conseguir relajarte.

Mirada indiscreta

La curiosidad es el deseo de saber o averiguar lo que no nos concierne, el vicio de conocer lo que no debiera importarnos, el anhelo de fisgoneo, cotilleo, capricho, entrometimiento, indiscrección, etc.

Lo peor de todo es que somos perfectamente conscientes de que una cosa no nos incumbe o no nos está permitida... y, aún así, no podemos resistir la tentación de descubrirla o conocerla.

¿Quién no ha pulsado nunca ese botón que dice "no pulsar"? ¿o ha abierto esa puerta donde se lee "no abrir"? La curiosidad es una cualidad inherente al ser humano... y, por mucho que lo intentemos, no podremos librarnos de ella.

Pero hay que saber donde está el límite, porque ya lo dice el refrán: "La curiosidad mató al gato".

¡Y un rábano!

rabanos en el mercado
Me gusta el contraste de colores de esta fotografía. Es una de las muchas que he tenido la posibilidad de tomar en un mercado.

Cuando viajo a otra ciudad u otro país, no dudo en buscar y recorrer sus mercados y observar las diferencias  que hay con los que veo normalmente.

Cada uno tiene sus particularidades... los hay de fruta y verdura, de carne, de pescado y marisco, de especias, de subproductos, de utensilios y enseres, de artesanía, de antigüedades, de ropa nueva o usada, de objetos de decoración, de libros y discos, de coleccionismo, de souvenirs, etc.

Pero también hay cosas en común... generalmente son siempre alegres, bulliciosos y coloridos. Mi próximo destino... los mercados de Florencia.

Viaje a ninguna parte


A veces la vida nos tiene dando rodeos sin llegar a ningún sitio en concreto. Generalmente esto ocurre en esos momentos en los que tienes la moral algo baja, arrastras los pies, agachas la cabeza y simplemente deambulas por el mundo sin rumbo fijo.

Es bueno tener una meta, o al menos alguna pretensión, que te sirva de referencia para caminar con paso firme y decidido... Y una vez llegado hasta allí, replantearse las cosas y seguir avanzando hacia un destino nuevo.

Lo peor que te puede pasar es que tardes en llegar más tiempo del que habías estimado... pero siempre será mejor que estar dando vueltas en círculo sin apenas moverte del sitio.

Hoja de roble

hoja de roble arbol



Las plantas y los árboles... por la raíz se alimentan... por las hojas respiran. Esto representa, en un roble como éste, cientos de miles de pulmones tomando "aire" al mismo tiempo. Es un ejercicio mágico... la magia de la naturaleza.

Pero si nos detenemos un poco a observar, un roble significa eso y mucho más. Debemos imaginar también frutos (bellotas), una dura y seguramente longeva madera (tronco), y ese juego de casi-simetría que dibujan cada una de sus hojas...

Camino infinito

Con mucha paciencia... así es como hay que tomarse las largas caminatas.

Los días que salgo a caminar procuro hacer rutas interesantes, recorrer estrechos caminos, conseguir nuevas cimas... Pero cuando llevas varias horas sin descansar, miras hacia arriba y todavía te queda lo peor,... hay que sacar fuerzas de donde sea para proseguir, para no venirse abajo, para llegar a tu meta.

El final del camino siempre compensa todos los esfuerzos realizados... y más aún si eres capaz de darte la vuelta y disfrutar con lo que acabas de hacer... mirar hacia abajo y gritar al mundo... ¡he llegado! sí... ¡lo he logrado!.

Entonces... ya puedo regresar a casa tranquilo, tras un agradable día de senderismo.