Un queso muy duro

Es increible la imaginación de algunas personas a la hora de buscar un sostento con el que ganarse la vida. No se trata sólo de recoger piedras con formas curiosas, ni tan siquiera de tener la suficiente habilidad para pintarlas de una manera original.

Me refiero a esa gente privilegiada que además es capaz de darle un sentido a todo ello y crear verdaderos belenes como el de la fotografía, donde tres ratoncitos se afanan en mordisquear un trozo de queso que parece resistírseles.

Y por pura casualidad expositora, ¿no os parece de lo más surrealista la situación de los pobres roedores, encaramados a su comida, huyendo de esa colonia de gatos que los acechan?. Y para más inri, el único perro de la escena resulta ser de un tamaño bastate inferior al de los mininos... ¿quién dijo que la imaginación del ser humano había muerto?

Detenida en el tiempo

Aún no había nacido yo cuando cesaron los, en otro tiempo tan frecuentes, trenes procedentes del otro lado de la frontera. Durante más de 40 años ela Estación Internacional de Canfranc había sido un importante punto de entrada, de personas y mercancias, desde el país de nuestros vecinos del norte.

Desde que la estación se cerrase, allá por 1.970, no ha pasado por aquí nada más que la desolación, el olvido y el propio tiempo. Varios han sido los intentos de reconstrucción y rehabilitación... pero justo los mismos que los fracasos y el paulatino abandono.

Ahora sólo el mítico "Canfranero" se acerca hasta aquí procedente de la, paradójicamente, novísima estación de las Delicias de Zaragoza. La bucólica imagen de la vieja estación de Canfranc espera paciente.